Esta mañana, leyendo como todos los días Crítica, me encontré con una noticia que me llamó la atención: “Inédita prohibición a una madre de ver a su hijo”. Por supuesto me dispuse a leer la nota sobre la decisión de la Cámara en lo Civil y Comercial de la localidad bonaerense de Junín de dar la adopción definitiva de un niño de cuatro años.
No sólo estaba de acuerdo sino que no me pareció inédito. De acuerdo a lo publicado “se decidió darle la adopción definitiva de un niño, hoy de cuatro años de edad, a un matrimonio y le negó al pequeño la posibilidad de tener contacto con su madre biológica, para evitarle "perturbaciones" en su desarrollo”.
Cualquiera que conozca algo sobre adopción sabe que una vez que el niño es adoptado la madre biológica no tiene derecho a visitarlo ni verlo, salvo que el pequeño así lo pidiera en algún momento de su vida. Por eso creo que de inédito el fallo no tiene nada.
Además ni hablar del estado de abandono en el que vivía esa criatura en el período en el que se intentó una convivencia con la “madre biológica”, como llaman en el artículo.
Es decir, hay varias cuestiones. Primero que el niño crezca con una familia que lo quiera; segundo, hablarle sobre su origen y que él decida si quiere o no conocer a la mujer que lo tuvo. Tercero y último, y no por eso menos importante, el término “madre biológica” es absurdo, madre hay una sola y es la que nos cuida y nos da su amor.
No sólo estaba de acuerdo sino que no me pareció inédito. De acuerdo a lo publicado “se decidió darle la adopción definitiva de un niño, hoy de cuatro años de edad, a un matrimonio y le negó al pequeño la posibilidad de tener contacto con su madre biológica, para evitarle "perturbaciones" en su desarrollo”.
Cualquiera que conozca algo sobre adopción sabe que una vez que el niño es adoptado la madre biológica no tiene derecho a visitarlo ni verlo, salvo que el pequeño así lo pidiera en algún momento de su vida. Por eso creo que de inédito el fallo no tiene nada.
Además ni hablar del estado de abandono en el que vivía esa criatura en el período en el que se intentó una convivencia con la “madre biológica”, como llaman en el artículo.
Es decir, hay varias cuestiones. Primero que el niño crezca con una familia que lo quiera; segundo, hablarle sobre su origen y que él decida si quiere o no conocer a la mujer que lo tuvo. Tercero y último, y no por eso menos importante, el término “madre biológica” es absurdo, madre hay una sola y es la que nos cuida y nos da su amor.