jueves, 7 de agosto de 2008

Una vergüenza

Todos escuchamos del polémico caso del reconocido psicólogo y profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA) Jorge Corsi. Está acusado de asociación ilícita, corrupción de menores y abuso sexual.

El psicólogo declaró ante la Justicia y acusó de “fantasioso” al menor que lo señaló como cabecilla de una banda de pedófilos que sometía a adolescentes a participar de fiestas sexuales. Si, leyeron bien, dijo “fantasioso”.

La declaración de Corsi llamó la atención de la jueza María Fontbona de Pombo, ya que entra en clara contradicción con un estudio realizado con el uso de cámara Gesell, que determinó que el menor no mintió al afirmar que fue víctima de abuso.

Es estúpido que este hombre nos quiera hacer creer que la víctima no es capaz de reconocer cuando alguien lo obliga a hacer algo que compromete su dignidad como ser humano.

Ya de por sí es difícil superar una situación así y animarse a declarar en contra del abusador. ¿Cuántos casos no son denunciados por vergüenza o simplemente porque la víctima teme que no le crean?