sábado, 12 de abril de 2008

El abuelo Joaquín

Es muy interesante ver cómo, cuando prestamos un poquito de atención y salimos de la rutina diaria, empezamos a notar cosas que antes no veíamos. Este es el caso del abuelo Joaquín, con quien compartí cerca de dos horas de charla en la Plaza Urquiza.
La mañana era increíble, el sol brillaba y la temperatura era muy agradable. No podía quedarme encerrada y decidí aprovechar para recorrer un poco la ciudad. Después de una hora de caminata –que dejó mis pies destruidos porque estaba con tacos- me senté en un banco de la Plaza Urquiza. A mi lado se encontraba Joaquín, un abuelo de 81 años que había llevado a su nieta a jugar.
-“Buen día m´hija”-, dijo amablemente
-“Buen día señor. Parece que tiene ganas de charlar”- contesté
-“Siempre”- aseguró
Y así comenzó una conversación muy interesante en la que me enteré de que fue mecánico hasta hace unos años. Me explicó que si bien su vida es feliz, tiene algunos asuntos pendiente, como viajar más: “Recorrí casi toda la Argentina pero me gustaría conocer otros países también”.
Pero debo admitir que lo que más me divirtió fue cuando me confesó que le gusta frecuentar la plaza porque “hay chicos en patinetas y a mi me encanta verlos y hablar con ellos. Algunos se visten medio raro, pero son buenitos”. Me dijo que era una lástima que en su época no existían “estas cosas que dan la sensación de estar volando”
Luego de contarle algunas cosas mías y de reírme un rato con su nietita de tres años (porque no paraba de correr y ensuciarse), me despedí. Él me agradeció por haberme sentado a su lado y escucharlo y yo por regalarme su tiempo.

Hasta hace unas semanas no se me hubiera ocurrido entablar conversación con un desconocido, pero luego de una experiencia maravillosa que cambió mi cabeza decidí dejar de lado mis prejuicios y animarme a conocer gente.
No es que salgo a la calle buscando con quien hablar, sino que cuando veo a alguien que parece tener muchas cosas para decir lo encaro. Por supuesto trato de ser transparente y auténtica para que no crean que soy una loca, jaja.
Esta es sólo la primera de muchas charlas que pienso tener. La ciudad tiene muchas historias para contar y espero, de a poquito, conocer algunas de ellas.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

te felicito, Bernardita, me parece una excelente iniciativa. Con los años una se da cuenta de que todas las personas tienen algo que enseñarnos, y de que lo único que se necesita es prestar atención. Además, muchas veces hablamos con la persona exacta en un momento particular de nuestra vida, pero es tanta la coincidencia que no podemos menos que pensar que la casualidad no existe.

Sebastián Nadal dijo...

la verdad, uno va por la calle mirando al piso, sin percatarse de lo que sucede alrededor. A mí me pasa (más si sumamos que voy escuchando música). Incluso, tuve el mismo problema en la facultad, y eso me costó varios años sin darme la posibilidad de conocer gente. Todo por unos niveles altísimos de introspección y ensimismamiento.

Maria Luisa Bossolaco y Rocio Héndez dijo...

Hola Maby!
¡Qué hermoso!! ¿Qué más puedo decir?? Después de leer tu post no me caben dudas: "Los ángeles" existen, se cruzan en nuestras vidas de manera constante; el problema es que no siempre los vemos... nos siempre les ofrecemos una posibilidad. Y no parece tan difícil... Sólo es cuestión de decidir, buscar, elegir y ofrecer ;)
Te dejo un beso grande!
M Luisa

Pedro Noli dijo...

Maby, ¿qué dice amiga?...¡tanto tiempo! Siga así, pateando la lleca, que el periodismo, parece, la tiene olvidada.
Un abrazo.

Bernardita Padilla dijo...

Gracias Peter, en eso estoy, tratando de que el periodismo no me olvide.